16 de octubre de 2007

Jaisalmer, las almenaras doradas

Tras veinte horas de tren, al mediodía, las almenaras doradas de Jaisalmer surgieron como un espejismo en medio del desierto. Sabía que un lugar así me estaba esperando. Hace años leí una novela bastante mediocre en la que el protagonista viajaba a este lugar y me impresionó mucho la descripción que hizo. Desde entonces siempre quise ir y ahora estaba allí, en ese momento y en ese lugar, en una pequeña ciudad situada en la cresta de una roca arenosa, protegida por una impresionante muralla y noventa y nueve bastiones dorados que refulgían bajo el implacable sol del desierto.


Después de dejar las mochilas, nos adentramos en el silencioso laberinto de callejuelas de la ciudad fortificada, mientras el sol de la tarde acariciaba las hermosas fachadas de antiguos palacios. Magníficos portones de madera labrada nos invitaban a asomar la cabeza y contemplar la decadente opulencia que se escondía tras ellos. Los pequeños dioses esculpidos en los muros nos guiñaban los ojos, sabían lo mucho que estábamos disfrutando. Hay algo que las guías de viaje olvidan mencionar al hablar sobre Jaisalmer y la India en general: ¡Las mierdas de vaca! Según el hinduismo, las vacas son sagradas, campan a sus anchas por las calles y constantemente debemos ir sorteando su sagrada mierda. Es una de esas cosas que todo el mundo sabe sobre la India, pero no deja de sorprendernos cuando vamos caminando tranquilamente por un callejón estrecho y tenemos que apartar una vaca flacucha que nos cierra el paso.


Nos hemos hospedado en una antigua haveli, una mansión tradicional india, con unas vistas espectaculares desde la muralla. Después de regatear bastante conseguimos pagar por la habitación cinco veces menos de lo anunciado en su página web, un chollo. Está al final de una larga calle en la que viven decenas de refugiados tibetanos. Su tez es morena aunque los ojos rasgados delatan su origen. A pocos metros del hotel estaba el restaurante Little Tibet (bueno, lo que en India se entiende por restaurante), donde descubrimos los sabrosos momos tibetanos. Hemos ido tantas veces a lo largo de estos días que llegaron a hacernos clientes honoríficos. ¡Incluso nos acompañaron a la estación de tren cuando nos marchamos! Curiosamente, Jaisalmer es uno de los mayores asentamientos tibetanos de la India, tan lejos de las montañas y de las nieves. Al cabo de un par de días, los comerciantes del callejón del hostal ya nos conocían y nos saludaban al pasar, sin intentar engatusarnos alfombras o especias. Uno de ellos nos hizo pasar a su tienda para invitarnos a te. Nos descalzamos, nos sentamos en el suelo sobre alfombras, como es lo habitual en India, y charlamos un ratito. Luego nos pidió ayuda para escribir una carta a un cliente español al que quiere invitar a la boda de su hermana. ¡Eso sí que es marketing! Otro de los comerciantes era el dueño de una tienda de tejidos que siempre nos llamaba al pasar. Tanto insistía que una vez entramos en su tienda y empezó a mostrarnos colchas sin parar, aún sabiendo nuestro escaso interés en comprarlas. Cuando se cansó nos enseñó un retrato de su gran ídolo Al Pacino, colgado en la pared entre estampitas de Krisnha y Visnu: —Oh, Tony Montana, my hero! —exclamó. Luego se llevó a una turista a pasear en su moto, feliz como una perdiz. —Mi moto, mi chica, una puesta de sol, no quiero nada más en la vida —nos explicó sonriente. Más tarde, celebramos nuestra tercera noche en la India cenando como maharajás unos deliciosos platos de korma y massala en la azotea de un pequeño restaurante. Sentados sobre unos cojines a la luz de las velas, oíamos la alegre música de cítaras y la algarabía de una fiesta que nos llegaba desde la calle.


Esta mañana, nada más amanecer nos dirigimos; a los fabulosos templos jainistas justo a la hora de las purjas matinales. El templo estaba a rebosar de fieles orando mientras nosotros los contemplábamos en silencio desde un rincón, con la sensación de estar espiando rituales secretos amparados por la oscuridad. Los monjes eran amables pero muy pedigüeños:
Este donativo es para Krisnha, ahora dame otro para Shiva —nos pedían.
¡Ya te lo hemos dado!
—Sí, pero ese era para Ganhesja que es otro dios.
Cuando terminaron las purjas, el templo se vació y los monjes nos pidieron que les siguiéramos hasta la parte trasera para enseñarnos, entre risitas picaronas, unas figurillas del kamasutra esculpidas en la pared. Ser hinduista es mucho más divertido que ser católico. Ya en la calle, nos topamos con medio centenar de mujeres que en ese momento salían de los templos. Habían terminado sus rituales purificadores y se dirigían ufanas al mercado con sus vistosos saris, inundando las calles de color y de vida.


Esta tarde hemos alquilado un todoterreno para ver la puesta de sol en el desierto, muy bonito pero... vaya circo para guiris! Las dunas estaban llenas de puestecitos ambulantes de refrescos y gente persiguiéndonos empeñada en vendernos una excursión en camello, una turistada total. Nos sentíamos unos tontolabas, menos mal que terminamos partiéndonos de risa allí encima de una duna. El colofón final fue que justo en el momento de la puesta de sol los indios no nos dejaron verla porque todos querían hacerse una foto con nosotros, inexplicable pero cierto. De todas formas, os aseguramos un pase de fotos de la excursión pasada por el photoshop que parecerá un idílico y solitario paseo por el desierto de la ruta de la seda.


Antes de tomar el tren nocturno hacia Jodhpur ocurrió una casualidad asombrosa. Al ir a recoger las mochilas, el chico que nos atendió en la pensión nos comentó que tenía una “novia española” y que en ese momento estaba chateando con ella ¡desde Mallorca! Nos pidió que le gastáramos una broma a la novia mallorquina y le escribimos en el chat: "T’estim molt i vull anar a donar una volta amb tu per es Portitxol." ¡Aún debe de estar alucinando!

10 comentarios :

Anonymous dijo...

Hola Katianeta, hola Javi!
Qué bonito leeros.
Disfrutad de la ciudad, los atardereces, los aromas(?), los hoteles baratos... ;)

Neus.

Anonymous dijo...

Katianita durmiendoooooooooooo no me lo puedo creer!!! estamos disfrutando de que lo esteis pasando bien, besosssssss de parte de los "Corleone"

Anonymous dijo...

Hola!!!

Nos alegramos que lo esteis pasando bien y todo vaya según el plan previsto.
Se confirma que por internet los precios son mucho más elevados que los que se pueden conseguir allí...

Saludos y seguid disfrutando!

Quedan 21 días para nuestro encuentro.

osi dijo...

hoooola jaaaviii!

ya ya... tu ya estas bastante acostumbrado a estar rodeado de miseria aqui en el curro...

bueno, todos bien? todos enteros? ningun colico por ingestion de curry?

algun problemilla con los bistecs de ternera???

bueno esperemos que esteis bien.

poned alguna foto!

bs!

Javier y Katiana dijo...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

Anonymous dijo...

osi las vacas estan tan famelicas que no creo que pudiera sacar ni un misero carpacio de ellas.
Pero el chicken Korma esta que te cagas!!!!

Javi

Mamen dijo...

hola viajeros,
que envidia cochina me dais.
a ver si te va a gustar demasiado katiana y no te vas a querer volver.
muchos besos y que todo vaya tan bien como hasta ahora

Capità Hugo Knoxville dijo...

Hola chicos.

Que envidia me da esta gente que venga ¿qué hacemos hoy, vamos al Mc Donalds? Mmmmm, no, ¿por qué no a la india? Vale, me mola.

Y mientras aquí el resto de mortales a levantar el país. Y luego estoy yo que ni una cosa ni la otra.

Me alegro de que lo estéis pasando tan bien y que estéis disfrutando de lo que veis. Ya sabéis que a vuestro regreso querremos un informe completo sobre nuestras mesas. Y seguid así con el blog que está genial ir leyendo vuestra aventura. ¿Pensáis ir a ver la tumba del General Carter?

Un abrazo

Yolanda Julve dijo...

Hola chicos, estoy siguiendo de cerca vuestra aventura, no dejeis de contarnos cosas y enviar fotos, que algún día espero seguir vuestros pasos.
Y no toqueis a la vacas que son sagradas!!

Besos

Yol.

Anonymous dijo...

Javi!!! Dale de comer a las vacas de mi parte!! Pasadlo genial!
besos, Blanca