25 de noviembre de 2010

Bangkok, cabalgando el dragón amarillo

Indómito y caprichoso, el gran dragón amarillo se ha mostrado dócil con nosotros. La gran urbe del sudeste asiático nos ha acogido amablemente y durante estos últimos días hemos ido tachando de nuestra lista de "visitas imprescindibles" una larga sucesión de templos, palacios, mercados y demás lugares comunes de todos los viajeros que se adentran en esta desorbitada ciudad.


Wat Phra Kaeo alberga el palacio real y el templo del buda de esmeralda, una de las representaciones más veneradas del budismo, que impregna Thailandia como una varilla de incienso siempre prendida. Wat Pho es otro famoso templo que esconde en su interior el llamado buda yacente cuyas gigantescas proporciones son realmente impresionantes. Muy cerca, al otro lado del rio, está la bella pagoda War Arun, cubierta por diminutos trocitos de porcelana multicolor. Completamos nuestra lista navegando con el Chao Phraya Express a lo largo del rio por el tramo que aún conserva algunos de los viejos khlongs, las típicas casas flotantes ancladas a unos postes sobre el agua. Seguimos con otro paseíllo entre rascacielos a bordo del skytrain y extenuantes caminatas a través de interminables mercados, mercados y más mercados.


Lo que más nos ha gustado ha sido el distrito chino de Bangkok. Nos quedamos atrapados en callejuelas oscuras y laberínticas. Atrapados entre el abrumador vocerío de mercaderes, el humo de cacerolas, el bullicio frenético de los talleres de tejidos, puestos de remedios de hierbas chinos, vendedores de dim-sum... lo que en las guías de viaje suele definirse con el adjetivo de "pintoresco". Y lo que menos nos ha gustado ha sido el famosísimo y decepcionante mercado flotante de Damnoen Saduak. Antiguamente la ciudad se asentaba sobre canales y eran muy frecuentes los mercados flotantes donde los vendedores exponían la mercancía en sus barcas para poder desplazarse mejor. Actualmente ya han desaparecido este tipo de mercados en Bangkok pero se sigue explotando turísticamente el mercado flotante de Damnoen Saduak, aunque los mercaderes ya apenas vendan fruta sino souvenires y naveguen más barcas repletas de guiris a bordo que campesinos haciendo la compra. Habrá otros muchos mercados flotantes repartidos por el sudeste asíático por los que bien merezca la pena deambular un par de horas, pero no es el caso de Damnoen Saduak.


Escribimos ahora recién llegados a Siem Reap, Camboya, con un vuelo desde Bangkok, sin baches en la carretera ni curvas, como dos señores. Nos alojamos a pocos kilómetros de la anhelada Angkor que esperamos ansiosos visitar a lo largo de los próximos cuatro días. Siem Reap es un obsceno oasis de hoteles lujosos y restaurantes de diseño en medio del desierto de miseria y piernas mutiladas que dejó tras de sí la devastadora dictadura de Pol Pot y los jemeres rojos en Camboya. Con frecuencia, los lugares más bellos de la tierra ocultan historias de sangre y lágrimas. Así es la realidad.

4 comentarios :

Anonymous dijo...

Increible...
Hacía un par de días que no había podido entrar. Qué sensación saber que vosotros estáis allí y el resto aquí!

Mua!
Neus.

Joan Marí Garí dijo...

Hola així que sou ja per Angjor, disfruteu d'aquest racó amb tants temples engolits per la vegetació, besos de ta mare i s'abuela, bona estada Joan

Anonymous dijo...

eeeeyyy!!!No sé que deciros después de tanto viaje y nuevas experiencias...uuff! lo único que sé seguro es que cada vez me dan más ganas de ir! pues que disfruteis mucho de lo que queda! aquí os esperamos para que nos enseñeis algunas fotos de tantas maravillas..:)) un besito!!

Leyre

Anonymous dijo...

Hola K y J!!

Una pasada de viaje y una pasada de blog. Seguir pasandolo tan bien...

Besos