25 de septiembre de 2012

Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver...

...no habrá más penas ni olvido♫ Empecé a escribir esta tarde en un vieja cafetería de San Telmo, a unos pocos metros de la pensión en la que nos hemos hospedado. El café humeaba aún sobre la mesa mientras intentaba dar forma de palabra a nuestras primeras horas en Buenos Aires. Sentados en torno al café, oíamos a nuestro alrededor el dulce parloteo porteño, che, viste vos. De vez en cuando, algún turista entraba en la cafetería atraído por la música tanguera del bandoneón que tocaba un chico y los antiguos retratos colgados de las paredes. Tan lejos del hogar como la distancia que separa un océano, y sin embargo nos sentíamos como en casa.


A las ocho y medía de la mañana ya habíamos empezado a patear la ciudad. Cruzamos la famosa avenida Nueve de Julio, entre el obelisco y el gigantesco retrato de la omnipresente Evita Perón, y desde allí iniciamos un recorrido por el centro que nos llevó una mañana entera. El Palacio de Congresos, las concurridas calles Corrientes, Florida... pasando por el café Tortoni, donde Borges, Cortázar y otros grandes hacedores de palabras argentinos encontraban inspiración entre humo de cigarrillos y compases de milongas.


A media mañana llegamos a la plaza de Mayo, donde cada jueves por la tarde, frente a la Casa Rosada, las Madres de la plaza de Mayo siguen celebrando desde hace casi cuatro décadas vigilias en memoria de sus hijos "desaparecidos" durante la brutal dictadura de Videla. Las Madres de la plaza de Mayo se convirtieron en un poderoso movimiento social que desafió al régimen militar en esos años de terror. Nadie pudo hacer frente a su tenacidad y valentía. Han pasado más de treinta años y la plaza de Mayo sigue siendo un foco de rebelión permanente frente al poder establecido, ocupada por pancartas, concentraciones varias y recogidas de firmas justo enfrente de la Casa Rosada. Siguiendo el recorrido pasamos por el majestuoso teatro Colón, el Cervantes, la curiosa sinagoga de la congregación israelita y las hermosas galerías Pacífico. A veces, Buenos Aires nos recuerda un poquito a Madrid, quizás sea porque aún conserva algunos edifcios de estilo neoclásico, quizás por su fisonomía urbana... Y porque conserva algo que en otras grandes ciudades europeas se ha perdido: esos entrañables colmaditos, pequeños bazares y negocios familiares que surgen de cualquier rincón, viejos y decadentes, anclados en otros tiempos de pasajera prosperidad. Aún sobreviven frente al demoledor desarrollo urbanístico y, gracias a ellos, colosales urbes como Buenos Aires siguen respirando humanidad.


Después de comer un par de bocados de pizza, nos tomamos un respiro en Puerto Madero, la antigua zona portuaria junto a los diques del río de la Plata, que poco a poco se va abriendo al océano. Los viejos astilleros son ahora restaurantes y lujosas viviendas que apenas recuerdan a lo que fueron en su día. Seguimos caminando un poquito más y al cabo de un rato nos adentramos en las calles adoquinadas de San Telmo al encuentro de una amiga. Se llama Mafalda y la adoro. Es una niña de tinta china inconformista y rebelde que odia la sopa y escucha a los Beatles. Durante mi infancia, leía una y otra vez mi colección de tiras cómicas de Mafalda y me preguntaba porqué los personajes se trataban de vos, porqué decían cosas tan raras como che, pibe, no digás boludeces. Pocos años después, siendo casi adolescente, me dí cuenta. ¡Mafalda es argentina! Quino dibujó las historietas de Mafalda mientras vivía en la calle Chile 371 inspirándose en el vecindario y ahora en ese lugar hay una pequeña estatua de Mafalda en su honor. ¡Tenía que hacerme una foto con mi amiguita!


San Telmo aún conserva un aire del pasado en algunas fachas coloniales. Los domingos, en torno a la plaza Dorrego se extiende un gran mercadillo de polvorientas antigüedades. A pesar de ser martes, encontramos algún que otro pequeño anticuario abierto en el mercado de San Telmo, en un calle aledaña a Dorrego, entre puestos de verdura y carnicerías. Es un mercado bastante curioso y, nada más entrar, nos apuntamos en la agenda la próxima vez volver a San Telmo en domingo. Queda aún mucho por recorrer en esta ciudad porteña de mi único querer ♪ y también mucho por contar.

4 comentarios :

Anonymous dijo...

Vaja... he anat fins a Sant Elm i no he trobat res de tot això... Hauré de tornar a mirar be... :P

Neus Nebu dijo...

Por fin he podido entrar... Pues nada, como siempre -ya no es novedad- siguiendo vuestras andanzas a través de internet. Seguid disfrutando que esto no ha hecho más que empezar!

Neus.

Anonymous dijo...

Hasta día de hoy no he podido mirar vuestro bonito blog (he estado muy liada). Solo he leído este primer post...voy a por los demás!
Carol

Camila dijo...

Soy Porteña y estoy muy orgullosa de mi ciudad. Disfruto mucho de todas las cosas que hay para hacer y conocer. Me encantan los restaurantes en buenos aires y también los distintos sitios que hay para ir a bailar