Mapa de los sonidos de Tokyo

Frenética, deslumbrante, una colosal maquinaria que funciona a la perfección y que nos tiene absolutamente fascinados. ¡Tokyo! Nuestra primera toma de contacto fue en el parque Yoyogi, aprovechando que los domingos suelen reunirse allí la mayoría de tribus urbanas: cosplay-zoku, lolitas góticas, emos... Los japos jovencitos suelen ser muy atrevidos y extravagantes con la moda, el más sencillo de ellos nos resulta llamativo, a veces consiguen un efecto muy cool y otras veces un desastre estético. En este sentido, las tribus urbanas son salvajemente creativas, así que imaginad el desfile de personajes a cada cual más excéntrico que pululaba por allí.

Dentro del propio parque entramos en el santuario Meiji, un respiro de paz en medio del ajetreado distrito de Harajuku y a la salida oímos a lo lejos mucho jaleo, nos acercamos a curiosear y resultó ser un gigantesco mercadillo hippy al estilo japonés, es decir, exageradamente hippy, y es que los japos se toman las cosas muy pero que muy en serio. En nada tenía que envidiar al festival de Woodstock, incluso actuaban varios grupos en directo de ska. El ambientazo era genial y con gusto nos hubiéramos quedado allí toda la mañana, pero la vida del turista es muy ajetreada y pronto nos marchamos a comer y pasar el resto de la tarde en Shinjuku oeste, una de las principales zonas de rascacielos. Subimos al mirador del Ayuntamiento en la planta 95 que ofrece una increíble panorámica de Tokyo de 360 grados, aunque al ser un observatorio cubierto por cristaleras no impresionaba tanto como el de Osaka, y eso que Tokyo es la ciudad más grande que hemos visto nunca.

Al bajar, ya de noche, recorrimos la zona de Shijuku este con todas las locuras y extravagancias propias de esta ciudad: pachinkos, karaokes, tiendas y locales de todas las chorradas imaginables como una cafetería para gatos, por ejemplo. Nos adentramos también en los callejones de Kabukicho, el Tokyo más canalla plagado de lovehotels temáticos (versalles, egipto, venecia...) y rabiosamente horteras, bares exclusivos para mujeres atendidos por guapazos peinados como Pumuki, clubs de alterne de pornochachas y colegialas guarronas... junto a restaurantes de alto copete y tiendas de superlujo. ¡Todo tiene cabida en la gran ciudad! Shinjuku es sólo uno más de los ajetreados distritos de Tokyo pero a nosotros ya nos pareció empequeñecer a Manhattan.

Hoy ha amanecido el día con una intensa lluvia y nos hemos puesto a cubierto en el museo de la ciencia y tecnología para ver demostraciones de los últimos avances en robótica: unos robots que caminan como chiquito de la calzada. Más tarde vimos algunas otras atracciones de la zona como el edificio megaweb, el showroom de Toyota con demostraciones de lo último en tecnología y el edificio Joypolis de Sega con espectaculares juegos de realidad virtual donde pusimos en evidencia nuestras torpes habilidades. Para ir al museo de la ciencia y tecnología en Odaiba, una de las principales islas que forman la bahía de Tokyo hemos cogido un tren monorail que circula por un puente alzado sobre la bahía de Tokyo y nos hemos quedado boquiabiertos con el maravilloso skyline tokyota aunque la lluvia lo deslucía bastante. Pero no importa, sin duda repetiremos este paseo antes de irnos.

Tras la puesta de sol, nos hemos apeado en Ginza con la sensación de estar en el centro del mundo rodeados de colosales rascacielos y tras este paseo por Ginza en plan Paco Martínez Soria en "La ciudad no es para mí" hemos rematado el día en Shibuya atravesando el mismo cruce por donde cada día pasa casi un millón de personas y confirmando lo que tantas veces hemos oído de Tokyo: "Times Square multiplicado por mil".