Un día Zeus enfureció por los celos, descubrió que su amante la bella Perséfone era también la amante de su hijo Apolo, y ese tipo de cosas no eran muy bien recibidas en el Olympo de los dioses. Descargó su titánica furia con un grito tal que hizo temblar Thira, una pequeña isla volcánica del mar Egeo, y el volcán entró en erupción arrasándolo todo. Más tarde, pasó por allí su hermosa hija la diosa Afrodita y al contemplar esa tierra devastada por el fuego y la lava se compadeció de ella, otorgándole el don de la belleza. Así surgió Thira, llamada más tarde Santorini en honor a Santa Irene, la más bella isla de las Cícladas.
Desembarcamos en Santorini tras siete horas de travesía en ferry nocturno desde Atenas y después de tres días aún seguimos asombrados por tanta belleza. Es una isla más pequeña que Formentera, con una extraña forma de media luna y dispuesta en torno al volcán cuya caldera quedó sumergida en el mar tras la colosal erupción volcánica hace unos 3.500 años. Un lado es escarpado y rocoso, perfilado por vertiginosos acantilados, mientras que el otro lado de la isla va descendiendo lentamente hacia el mar formando una árida llanura.
Al llegar alquilamos una motillo y durante tres días hemos recorrido todos los pueblitos y alguna que otra playa de arena negra y piedras volcánicas. No hay demasiado turismo, exceptuando la invasión de los guiris de cruceros que llegan, suben en burrito hasta el pueblo, hacen un par de fotos, compran alguna baratija y se vuelven al barco de nuevo. En algunos pueblos como Emporeio o Exo Gonia hemos llegado a ser los únicos turistas que pululaban por allí.
Fira, Oia, Imerovigli, son pequeños pueblos de blancas casitas sobre altísimos peñascos, que caen abruptamente al mar, conformando el perímetro del cráter volcánico. El azar los dispuso de esa manera para el goce de nuestros ojos: aquí una pequeña iglesia con una cúpula azul, aquí un callejón de muros encalados que termina en el mar, una vieja puertecilla oculta por buganvilias que te invita a entrar, allí un molino blanco. Aunque, claro está, como predomina un turismo de alto nivel adquisitivo hay algunas cosas que cuestan mucho dinero, pero algún capricho nos podemos permitir como ver el atardecer tomando una copita de vino en alguna terraza sobre los acantilados.
Ayer comimos en el "restaurante" con mejores vistas de todo Santorini. Compramos en Pyrgos bebidas y unos souvlakia (pinchitos) para llevar y subimos hasta una pequeña iglesia situada en la cima de la colina sobre la que se extiende el pueblo. Al llegar a la iglesia trepamos por unos escalones hasta la bóveda y... bon profit! Comimos contemplando la isla a nuestros pies con el viento revolviéndonos el cabello, la alegre luminosidad del sol, los aires marinos que nos saludaban, el silencio. Todos los sentidos estaban en paz, el mundo entero estaba en paz.
Después de eso no puedo más que agradecer a los antiguos dioses habernos concedido pasar aquí unos días, en este lugar y en este momento. Gracias por tanta belleza, gracias por esta sobredosis de vida. Zeus, Apolo, Perseo... gracias.
4 comentarios :
qué bonito! y vosotros muy guapos, sí señor. Da gusto que nos trasladéis por un ratito a vuestro paraíso, por lo menos mientras vemos el blog.
Besos
Hola Katiana i Javi, ja veig que vos ho passau prou bé, salutacions, per aquí encara amb dies de calor, Besos !!!!
Qué maravilla...
Estuve a punto de enviaros un mail porque miraba cada día y Oh!sorpresa!, no veía vuestras publicaciones. Algo debía hacer mal porque desde hace unos minutos estoy embobada leyendo y mirando las fotos que habéis colgado en estos días.
Qué deciros! Cada imagen activa los recuerdos vividos en esas islas.
Como siempre un placer seguiros, tanto por la calidad de las fotos como por la sensibilidad en los comentarios.
Joroña que joroña!
Mil besos a repartir, chicos!!
Neus
Mamen, Joan, gràcies! Neusitas, ja ho trobava estrany jo també, amb els bons records que tens del teu viatge!
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