Cada momento se parte en dos al cruzar una frontera, en la melancolía por lo que quedó atrás y en el entusiasmo por conocer nuevas tierras. Pero en el caso de Lima, el entusiasmo ha sido escaso y demasiado lo que quedó atrás. Después de tres semanas recorriendo parte del altiplano andino, respirando aire fresco y salvaje, llegar a Lima resultó asfixiante. Casi todas las grandes ciudades son grises e insulsas, pero tal vez Lima lo sea un poco más que otras. La plaza Mayor y las calles cercanas son preciosas. El casco antiguo de Lima, que ha logrado sobrevivir a siglos de terremotos, está repleto de hermosas iglesias, mansiones coloniales de color turquesa, rosa o aguamarina y grandes balcones de madera decorados con recargados encajes y arabescos. Pero son sólo unas cuantas calles, el resto es una ciudad moderna y feucha. De vez en cuando, alguna vieja y elegante casona hace intuir que en otros tiempos fue una ciudad hermosa.
En Lima confluyen, y a veces se estrellan, todas las culturas que integran Perú. De los Andes al Amazonas pasando por el criollismo colonial y, por supuesto, las Wendysulcas ♪ay papito hasmelo sentir♫ y demás horteradas. Todos son ingredientes de este picante y suculento ceviche. Ceviche... No os he hablado aún de la gran sorpresa de este viaje a Perú. No ha sido el Machu Picchu ni los chullos de colores. ¡La gran sorpresa ha sido la cocina peruana! Ceviche de marisco, rocoto rellleno, saltado de alpaca, ají de gallina... la lista es interminable. Hemos comido algunas veces en restaurantes de categoría y la comida ha sido siempre exquisita y baratísima. Pero incluso en las tascas más cutres se come de maravilla. ¡Qué arte tiene esta gente con los fogones y las sartenes!
Esto ya termina. Nuestros días peruanos ya estaban contados al llegar a Lima. Regresamos con más peso en la mochila, regalillos, algún que otro capricho y algo que jamás olvidaremos: Machu Picchu. Ha sido un viaje hacia lo mítico, donde se concentra esa fuerza mágica que lleva al hombre a perpetuar su historia y dejar su huella a los que le seguirán. ¡Cuánto nos alegramos de que los conquistadores españoles nunca descubrieran Machu Picchu! Adiós Perú. He vuelto a recordar porqué me gusta tanto viajar.
«Suelta las amarras. Navega lejos de los puertos conocidos. Atrapa las huellas del viento en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.»
(Mark Twain)
Gracias familia, amigos y lectores espontáneos por seguir el blog, un placer compartirlo.
7 comentarios :
Be per el que veim, aviat estareu un altre cop a Mallorca... aqui us espera un bon frit de porc o un bon cafe en llet amb ensaimada. Ses Paises de Arta o el poblat de Capicorn...
El vostre "diari de viatge" ha estat, com sempre, una manera especial de viure les vostres experiencias i les vostres aventures.
Si qualque dia m'he deixen "jubilar" dignament, aquest, sens dubte serà un desti per tenir amb compte.
Benvinguts a casa!!
Miquel i Ara
Con muchas ganas de verte/veros y escuchar bonitas historias...
Mallorca sigue en su sitio, pero un poco más verde.
Mua!
Pd. Lo de Lima, pues una anécdona. Que nada desluzca este viaje tan deseado.
Neus.
Sembla que haurem de pendre nota d'aquest destinament...
Molt bon viatge i millor blog!
Ens veim aviat
Una abraçada
Fernando
Gran viatge & gran crònica!
Un plaer llegir-vos i fer-nos sentir Perú tan a prop.
enhorabona!!
¿Y dónde está ese ceviche para ponernos los dientes largos? ;-) Le tenemos muchas ganas a Perú, entre otras cosas, por su excelente gastronomía. ¡Un saludo!
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