13 de noviembre de 2016

Sevilla, flor de azahar

Una luminosa mañana sevillana, hace ya muchos años, recorrí apresuradamente unas cuantas calles entre la Catedral, el barrio de Santa Cruz y la Torre del Oro. ¡Deseaba tanto volver! Y ahora que he vuelto a Sevilla, también regresa a mi memoria algo que sucedió aquella mañana. Es tan cómico que, a pesar de los años transcurridos, su recuerdo siempre me hace sonreír. Siguiendo las directrices del Manual del Buen Turista, iba yo montada en una bonita calesa sevillana tirada por dos caballos que había cogido minutos antes en la plaza de España.


De repente, cinco gitanillos empezaron a correr tras el carruaje. Uno de ellos rasgaba la guitarra intentando arrancar algunos acordes a pesar del traqueteo. Otro cantaba a la vez que corría y su respiración, entrecortada por el esfuerzo, interrumpía contantemente aquel lastimero quejido que pretendía ser flamenco. Mientras tanto, el resto nos siguió todo el trayecto dando palmas sin ritmo alguno. No podía contener la risa. Los gitanillos continuaron dándole al cante jondo hasta llegar a la Giralda, por lo que se ganaron una propina bien merecida. Dudo que tuvieran aquello que llaman duende, pero al menos echamos unas buenas risas.


El duende, se tiene o no se tiene. Y Sevilla tiene duende. Es un don que pocos tienen, un sentimiento convertido en arte, tan seductor, auténtico e intenso que traspasa la frontera de lo mágico y se adentra en el corazón de quien lo ve. El duende emana del taconeo de una bailarina, del lamento quejumbroso de un cantaor… Emana también del rumor del agua que corre por la fuente de un patio de naranjos, del calor de una noche sevillana a la orilla del Guadalquivir en el puente de Triana. Emana del olor de las flores de azahar que impregna los Reales Alcázares las mañanas de abril.


Sevilla es un crisol de sangre y de rezos judíos, cristianos e islámicos que se funden bajo un cielo luminoso y azul. La romana Hispalis, la Ishbiliya del esplendor andalusí, la beata y opulenta Sevilla de los Reyes Católicos; cientos de historias superpuestas, siglo tras siglo, y de vínculos imposibles de explicar unos sin otros.


Al comprar los billetes de avión no reparamos en las fechas hasta pocos días antes de la partida... ¡La Feria de Abril sevillana! A pesar de esta fantástica coincidencia, la verdad es que no me entusiasmaba especialmente la feria de abril. Algunos mallorquines de origen andaluz organizan en Palma una diminuta versión de su feria de abril bastante cutre. Durante el día, unas pocas mujeres, sobre todo niñas, pasean por las casetas con vestidos de sevillana más propios de tienda de suvenires baratos. Y a medida que avanza la noche, el ambiente es cada vez más sórdido y alcoholizado. Esta era la idea que tenía de la famosa Feria. Pero uno de los beneficios de viajar es precisamente romper nuestros prejuicios y conceptos preestablecidos. La Feria de Abril sevillana me deslumbró.


Una multitud de calesas iban y venían entre el barullo de gente que entraba y salía de las casetas. Las señoras, elegantes y bellísimas, se envolvían en coloridos volantes con lunares o alegres estampados y se recogían el pelo con peinetas y claveles que las embellecían aún más. Muchos hombres montaban orgullosos sobre sus caballos ataviados con el tradicional traje corto con fajín, polainas y sombrero de ala ancha.


Desde el interior de las casetas resonaban las risas, el guitarreo y las copas de vino al chocar. Todo eran sonrisas, caras emocionadas y ojitos brillantes. La alegría flotaba en el aire. Después de un par de rebujitos, la gente se arrancaba a bailar, vueltas y vueltas, brazos arriba, brazos abajo, y una vuelta más, y otra, sin marearse, sin perder nunca el compás. El movimiento era embriagador. Así pues, a ponerse guapos, perfumaítos, y la camisa bien planchá, mejor con un clavel en el ojal. ¡Ya se oye el taconeo!
«Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero» (Antonio Machado)

2 comentarios :

Xperience Palma-La Casa de los Nuevos Viajeros dijo...

¡Me ha encantado tu post sobre Sevilla! me trae tantos recuerdos...

Katiana Marí dijo...

Gracias por pasarte por aquí y bienvenido!