En la Patagonia no hay nada, nada, tan sólo un desierto de viento y estepa helada, de horizontes yermos henchidos de soledad, de silencio roto por algún ladrido de perro en la lejanía. Partimos de Iguazú el sábado a primera hora de la mañana y ese mismo día por la tarde, tras unas seis horas de vuelo, ya nos encontramos con semejante vacío al llegar a El Calafate. Durante estos últimos días hemos recorrido por la carretera nacional 40 en autobús los parajes áridos y desnudos de Patagonia para ir de un lado a otro entre El Calafate y El Chaltén. Por el camino, nos cruzábamos continuamente con guanacos que correteaban por praderas infinitas. A lo lejos, a veces aparecían pequeñas haciendas perdidas, habitadas durante el corto verano austral y que durante el largo invierno no son más que una referencia en el paisaje, en la densa soledad de estepa yerma, donde empiezan los viajes a ninguna parte.
A veces solemos creer que lo hemos visto todo, que nada puede sorprendernos, pero no es así. Nunca es así. El glaciar Perito Moreno es un sobrecogedor desierto de hielo que nos demuestra, una vez más, la osadía de la naturaleza. Desde El Calafate cogimos un bus para llegar hasta allí que no regresaba hasta siete horas después. Al principio pensamos que terminaríamos saturados de tanta belleza congelada pero las horas pasaron veloces observando extasiados ese azul hipnótico. Una de las pocas ventajas de viajar a Patagonia en temporada baja es que apenas nos encontramos turistas y eso nos permitió muchos momentos de silencio. No se oía nada, ni tan siquiera el viento que soplaba. A cada tanto rompía el silencio el estremecedor crujido del hielo cuando se desprendía algún bloque que quedaba flotando a la deriva. Y así pasamos las horas hipnotizados por ese laberinto gélido.
Esa noche regresamos a El Calafate. Al día siguiente empezábamos en El Chalten una nueva etapa del viaje, una semana practicando trekking entre la patagonia argentina y chilena. Así pues, cargamos energías con un buen atracón de cordero patagónico asado y bife de chorizo... mmm. Cuando el camarero nos lo sirvió, le dijimos que era imposible que termináramos nuestros platos y nos respondió —ya veremos, ya veremos. Al cabo de media hora volvió para recoger las sobras. — hasta los huesitos, ¿viste boludo?
El Chaltén es un pueblecito ubicado entre montañas en un entorno idílico con numerosos albergues para montañeros. Cuando llegamos al mediodía el sol se abría paso entre las nubes a través de luminosos claros de cielo azul y se distinguía claramente la silueta del cerro Fitz Roy. Esa fue la primera y última vez que la vimos... snifff. Dejamos las mochilas en el albergue e iniciamos un ascenso de seis horas hasta la Laguna de los Tres aunque finalmente no pudimos llegar ya que el último tramo estaba cubierto por hielo y era peligroso subir sin equipo adecuado. Por unos instantes las nubes se apartaron y pudimos ver a duras penas un lateral del Fitz Roy y la imponente visión de los otros picos más cercanos. Sin duda mereció la pena subir.
Hoy hemos hecho una travesía de siete horas hasta la Laguna Torre, pasando por bosques de arrayanes, riachuelos, cascadas y terminando en la laguna donde flotaban unos grandes témpanos de hielo que se habían desprendido del glaciar que teníamos enfrente, a los pies del cerro Torre. La travesía ha sido preciosa aunque podría haberlo sido mucho más con buen tiempo, claro. Pero así es la montaña, impredecible y caprichosa.
Hoy hemos hecho una travesía de siete horas hasta la Laguna Torre, pasando por bosques de arrayanes, riachuelos, cascadas y terminando en la laguna donde flotaban unos grandes témpanos de hielo que se habían desprendido del glaciar que teníamos enfrente, a los pies del cerro Torre. La travesía ha sido preciosa aunque podría haberlo sido mucho más con buen tiempo, claro. Pero así es la montaña, impredecible y caprichosa.
Al viajar suelo escribir de noche, cuando llega el silencio y los recuerdos del día vuelan solos por la habitación. Afuera, el viento enloquecido mece con furia las ramas que golpean la ventana. Mañana marchamos hacia el Parque Nacional Torres del Paine, cruzando la frontera chilena. Pasaremos cinco días incomunicados, sin móviles ni internet, durmiendo en refugios de montaña haciendo el llamado circuito de la W desde Laguna Amarga hasta el glaciar Grey. Estamos nerviosos e impacientes. Una vez que demos el primer paso ya no habrá marcha atrás.
8 comentarios :
Bones Katiana,
Molts d'anys.
Veig que disfrutes d'Argentina
Fins aviat
LLorenç
Qué envidia de parajes! Disfrutad muchísimo y suerte en vuestra travesía!
Muchos besos y FELICIDAES para mañana Katiana.
Muaaaa
Carol
¡Felicidades Katiana! y suerte con el recorrido, ¡¡¡menuda envidia!!!
Como que "¡¡¡menuda envídia!!!" pero si ya no haceis nada de nadaaaaaaa... no salís de casaaaaa...
:P
Molts d'anys Katiana a dia d'avui dia 05 d'octubre de 2012 a les 18:27h.
:P
Quevier... date prisa que el Oktoberfest de Palma se acabará rápido y no llegarás a tiempo para unas cervecitas...
Quan escric aquestes línies vosoltres esteu en el "Circuito de la W". Incomunicats, si, pero a un lloc que ha de esser absolutament impressionat. Nomes de pensar-ho s'en fa la boca aigua... Ja ens ho contareu!! Una abraçada,
Miquel i Ara
Pero qué envidia! la verdad es que nunca me da tiempo de acabar de leerlo, pero ya se ve que es increíble, impresionante, maravilloso, espectacular...bueno, todo lo bueno que tiene descubrir un nuevo lugar...creo que me reservo para vuestra vuelta, os quiero!! mil besos
leyre
Espectacular!!! <3
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